La Mpox, anteriormente conocida como viruela del mono, representa un desafío significativo en el ámbito de la salud pública debido a su capacidad para manifestarse a través de un espectro clínico variado y su potencial de transmisión zoonótica. En este contexto, es imperativo que las estrategias de prevención se fundamenten en una comprensión integral tanto de los mecanismos epidemiológicos como de las dinámicas sociales que facilitan la propagación del patógeno. Las precauciones adoptadas deben contemplar no solo medidas individuales, sino también intervenciones colectivas que promuevan la mitigación del riesgo en poblaciones vulnerables.

Entre las recomendaciones más sobresalientes se incluye la implementación rigurosa de prácticas higiénicas tales como el lavado frecuente de manos con desinfectantes basados en alcohol y el uso adecuado de equipos de protección personal (EPP) en entornos donde existe una probabilidad elevada de contacto con fluidos corporales o lesiones cutáneas. Asimismo, se debe enfatizar la necesidad del aislamiento inmediato de individuos sospechosos o confirmados para interrumpir cadenas de transmisión viral. La educación sanitaria juega un papel crucial; por ende, se sugiere desarrollar programas informativos que aborden tanto los mitos asociados a la enfermedad como las pautas científicas sobre su prevención y tratamiento, fomentando así una ciudadanía informada y proactiva frente a esta problemática emergente.